Implantando, que es gerundio

Sin querer «gerundar» demasiado, y usando el indicativo, he de confesar que muchos clientes dicen sentirse cansados de los procesos de consultoría. Esencialmente de lo que se viene a llamar «humo«. En particular que otros les cuenten lo que tienen que hacer para funcionar mejor.

La pregunta es. ¿somos nosotros iguales?

Trataré de argumentar la respuesta.

  1. Es cierto que nos enloquece ayudar a cambiar las cosas y resolver problemas. Especialmente aquellos problemas y situaciones que impiden que una empresa gane más dinero y sea más eficiente y rentable. Pero forzosamente hemos de comenzar por confeccionar un estudio o una evaluación de la empresa a la que deseamos ayudar. Cuando redactamos los resultados empleamos toda la artillería para poner de manifiesto cuál es el punto de partida y cuál es el punto final. Hay quien lo llama «listado de resultados esperados» y en ellos se suele pecar de optimismo. Excesivo optimismo: como si unos números en un PDF o una presentación tuviesen la capacidad de transformarse por arte de birlibirloque en los números financieros que se depositan en el Registro Mercantil…
  2. Aunque lo ideal es consensuar con el cliente un plan de actuación que se ejecute punto a punto, lo mejor es exponer al cliente una planificación basada en los resultados esperados antes descritos donde quede claro cuál es el trabajo a efectuar por el consultor y cuál es la responsabilidad por parte del cliente. Negarlo es fútil: sin implicación del dueño o gerente y sin unas ganas locas por parte de los mandos intermedios de mejorarlo todo, el proyecto fracasará. Por eso el plan no puede ser un plan de implantación del consultor, sino un plan que, tanto si lo ejecuta el consultor como el propio cliente, y lo ideal es que lo ejecuten ambos en equipo, sea un éxito.
  3. Ese plan de mejoras y cambios ha de implantarse. No hacerlo es vender humo y esa actitud acaba convirtiendo las opiniones de los clientes sobre la consultoría en una especie de «mal necesario«, como los bancos, porque nadie prescinde de ello salvo condiciones excepcionales. A nosotros nos encanta hacer amigos entre los trabajadores de nuestros clientes: es evidencia de feeling, de buen rollito, de confianza y avance. De unos cambios que se van produciendo porque la empresa pone todo el interés en que se produzcan y los consultores mucho más de lo contratado en hacer que todo funcione (sé que suena a abominación contable, pero es la realidad en las empresas de consultoría eficaces y modestas como nosotros). De esta manera el cliente sabe lo que está pasando en todo momento en la empresa y los resultados reales (que a veces se quedan cortos respecto a los esperados, seamos sinceros, sobre todo cuando el cliente solo se queda convencido en la venta con unos números que ni en sus mejores sueños ha alcanzado por su cuenta) se van obteniendo a medida que el proyecto de implantación avanza.
  4. No puede obviarse la capacitación del personal que trabaja en la empresa cliente, no importa que se sientan suficientemente capacitados. A nosotros nos gusta capacitar in situ, empleando pequeños grupos y no mucho tiempo si es posible (es como funciona bien las herramientas Lean). Como tampoco puede obviarse el seguimiento de los cambios producidos.

¿Somos como todos en LSSQ CONSULTING? Quiero pensar que no. Al menos nuestra metodología de trabajo apunta en la dirección arriba indicada. Pero también una empresa de consultoría necesita mejora continua…

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