Una cuestión de tradiciones

Aunque pasen inadvertidas, en cada vez más países se suceden las noticias que hablan de encuentros de propietarios de plantas de galvanización general con grupos empresariales potentes o con fondos de inversión. Normalmente se refieren a plantas que han ido acumulando pérdidas y resultados negativos en periodos de crisis, pero no exclusivamente. En el sector del galvanizado general no ha sido infrecuente pasar de rentabilidades altas a supervivencias imposibles en cuestión de pocos años, e incluso sonoros cierres(como el de Agalsa). Curiosamente, al albur de los desequilibrios en cuanto a crecimiento de aquellos sectores de la estructura metálica hacia la que las plantas de galvanizado orientan (con avidez) sus miras. Y si no, que pregunten al sector español por las actividades de la energía termosolar o la fotovoltaica: ni contigo ni sin ti, tienen mis males remedio…

Lo cierto es que las demandas de los clientes fueron crecientes a lo largo de la década prodigiosa anterior a 2009, momento en el que confluyó el parón en la obra pública y la construcción, así como la caída descomunal de las inversiones de las instalaciones renovables. Pero suele suceder que las vacas flacas se comen a las gordas, al menos desde los tiempos faraónicos de José, y pese a que los manuales editados por las escuelas de negocio alertan de los riesgos reales de no asumir posiciones anticíclicas en tiempos de bonanza, muchas regiones tuvieron que vérselas con un mercado que terciaba su demanda prácticamente de la noche a la mañana. Y ya se sabe lo que sucede cuando la producción cae drásticamente: las bajadas de precios acaban siendo aún más profundas, las empresas se deterioran con rapidez y el “buen rollito” entre competidores, que hasta ese momento se han comportado como aliados, deviene navajazos rastreros.

En muchos países del sector las empresas se quejan amargamente de la tendencia de sus competidores menos razonables a ofertar bajo pérdidas, poniendo en riesgo de ese modo no solo sus propias cuentas de explotación, sino las de todos. Y en el caso del galvanizado, las finanzas no son precisamente un tema complejo: hay costes de personal, de energía, y sobre todo se encuentra el coste del zinc consumido, proveniente de un mercado mucho más estable y global al que poco o nada importan los constipados de un sector minúsculo, cuyos avances en innovación se cuentan con los dedos de una mano y siempre se pone de perfil en lo que a investigación y desarrollo se refiere: ¿a alguien puede sorprender que el nuevo despliegue fotovoltaico en España, tradicionalmente ávido en consumo de acero, prefiera en estos momentos un recubrimiento similar, pero mucho más novedoso y competitivo, como es el Magnelis de ArcelorMittal? ¿A alguien puede sorprender que el siempre correoso y peligrosísimo mercado chino se abra paso en el abastecimiento de productos galvanizados por distintas partes del planeta?

No se trata, por tanto, solo de competir en mercados globales, sino también de competir mejor y con más capacidad contra contrincantes que operan globalmente y que irrumpen sin miramientos en los habituales mercados regionales donde los galvanizadores siempre se han sentido seguros. Al menos hasta ahora.

El problema de los anteriores “mejor” y “con más capacidad” es, para este sector, como para otros muy tradicionales, la visión excesivamente cortoplacista y localista de su criterio productivo. Es algo observado en numerosas ocasiones en muchos países, no solo en España. Enfrentarse al reto de implantar técnicas organizativas y de producción “novedosas”, aun no siéndolos en absoluto pero sí para una manera de entender la fabricación que apenas ha variado en 160 años de existencia, es posiblemente una da las mejores alternativas que existen a la hora de situarse en vanguardia y a años vista de los competidores directos, cuando no de  mejorar la rentabilidad y la productividad. Al fin y al cabo, el Armagedón nunca destroza de inmediato y permite recomponer los ejércitos con nuevas estrategias, antes del zarpazo final. Pero hay que estar preparados. Por eso existe algo que hemos denominado Lean Galvanizing.

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