Un concepto apenas tenido en cuenta en buena parte de la industria de recubrimientos metálicos por galvanización en caliente es la (en apariencia evidente) ausencia de normalidad del proceso.
Les pido que se fijen en la imagen inferior: corresponde a un análisis del crecimiento observado de la capa de recubrimiento para estructuras metálicas de más de 6 mm de sección, con mediciones tomadas en los tres turnos de trabajo de una planta de galvanización con procesos estandarizados.
De momento despreocúpese de las gráficas y quédese con el modelo de crecimiento observado para los valores promediados (µ) y los valores temporales por turno (µ1, µ2, µ3).
Si el proceso estuviese suficientemente estandarizado, podría esperarse patrones de crecimiento análogos entre turnos y coherentes con el promedio (arriba a la izquierda). Pero no fue así. En el primer turno se observó un modelo de espesor µ1 cuya tasa de crecimiento era de 20,7 micras por minuto. Las cosas fueron distintas en el segundo turno: antes de introducir el material en el zinc fundido el espesor mínimo ya era de 112 micras y el crecimiento se producía a una tasa de 2,9 micras por minuto. En el tercer turno los valores fueron de 92,6 micras para el espesor mínimo y una tasa de crecimiento de 6,2 micras por minuto. Sin embargo, lo que la planta detectaba en sus inspecciones de producto era que este tipo de material arrancaba con un espesor mínimo de 90 micras y una tasa de crecimiento de 6,7 micras por minuto. Estos eran los valores promediados entre turnos.
Por supuesto, la solución consistió en aplicar Seis Sigma para controlar el proceso (reducir variabilidad) y disminuir los espesores.