La Ley de Parkinson y la Regla de Ingvar

Cyril Northcote Parkinson fue un historiador británico que, en 1955, escribió un ensayo en «The Economist«, de tipo humorístico, donde contaba su experiencia en el servicio civil británico. La primera frase escrita fue la siguiente:

“Work expands so as to fill the time available for its completion”

“El trabajo se expande hasta completar el tiempo disponible para su finalización”

O lo que es igual:

  • Si hay que hacer alguna tarea en un año, se hace en un año.
  • Si hay que hacer algo para la próxima semana, se hará para la próxima semana.
  • Si hay que hacer algo mañana, se hará mañana.

La Ley de Parkinson dice que se planifica una tarea dependiendo del tiempo disponible para realizarla, no del que realmente necesita. De esta manera, según se aproxima la fecha límite, el trabajo que supone se vuelve intenso con la sola intención de completar la tarea antes de dicha fecha límite. En muchos casos, la tarea se acaba realizando en el tiempo que, en efecto, necesita, y el resto del tiempo uno se escaquea trabajando en el resto de responsabilidades (no seamos mal pensados).

Todos los proyectos llevan tiempo. No es lo mismo engrasar una máquina que levantar un puente. Cuanto más complejo es el proyecto, más tiempo suele llevar realizarlo. Esto es así. Pero la Ley de Parkinson se puede utilizar para efectuar hipótesis contrafactuales: ¿y si para terminar un gran proyecto, como es levantar un puente, se emplease una escala de tiempo muy agresiva, por ejemplo un solo día? Responder a este tipo de preguntas permite descubrir enfoques que pueden emplearse en realizar el trabajo en menos tiempo.

Wikipedia enuncia las Tres Leyes Fundamentales de Parkinson del siguiente modo:

  1. El trabajo se expande hasta llenar el tiempo de que se dispone para su realización
  2. Los gastos aumentan hasta cubrir todos los ingresos
  3. El tiempo dedicado a cualquier tema de la agenda es inversamente proporcional a su importancia

Parkinson formuló otras, como por ejemplo «ley de la dilación o el arte de perder el tiempo» y la «ley de la ocupación de los espacios vacíos: por mucho espacio que haya en una oficina siempre hará falta más«. Otro ejemplo lo podemos encontrar en el uso y disfrute del dinero que conseguimos con nuestro trabajo: explica por qué mucha gente mueren pobres después de una vida entera de trabajo. No importa cuánto dinero se gane, siempre se gasta la totalidad del dinero obtenido y, en ocasiones, incluso más. ¿Acaso no es habitual que, ganando varias veces más de lo que se ganaba en el primer trabajo, siempre se necesita cada centavo para mantener el nivel de vida? Nunca se gana lo suficiente.

Pero hay más. Ingvar Kamprad, el afamado fundador de IKEA, dijo una vez: “Si se divide el día en incrementos de diez minutos y se intenta desperdiciar la menor cantidad posible de tales incrementos, sorprende lo que se puede hacer”. De aquí podemos inferir un corolario a la Ley de Parkinson, que denominaremos la Regla de Ingvar:

«Ha de asumirse que cada pequeña tarea no debe tomar más de diez minutos en completarse antes de comenzar a hacerla»

Esta regla es válida para reuniones llamadas telefónicas, etc. Sorprende que el período de tiempo predeterminado para muchas reuniones, en muchísimas organizaciones, sea de una hora, con independencia de que lo necesite o no. Con frecuencia se puede hacer lo mismo, e incluso más, si se asume que la unidad básica de tiempo para una reunión es de diez minutos.

 

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