El bautista del zinc

Durante años, he impartido numerosas conferencias, cursos, seminarios y charlas acerca de los usos y propiedades del zinc, ese milagroso material capaz de reducir y posponer durante lustros la corrosión ambiental del hierro y del acero. Al fin y al cabo, en el sector de la galvanización en caliente es frecuente abordar este aspecto, aunque siempre muy por encima, y la práctica totalidad de las industrias y asociaciones del sector exhiben siempre los mismos datos, aunque con diferentes visualizaciones. Pocas veces he encontrado en sus informaciones quién le dio nombre al elemento que da vida a este recubrimiento. Pero hoy se lo cuento yo.

Fue un tal Theophrastus Phillippus Aureolus Bombastus von Hohenheim, o también Teofrasto Felipe Aureolo Bombast de Hohenheim  (nada que ver con esos absurdos nombres que muchos insensatos colocan a sus retoños, especialmente en «latinolandia«, como Thor de Dios o Ironman de Jesús), quien bautizó al cinc o zinc. Más conocido como Paracelso, vivió entre 1493 y 1541, y si bien la mayor parte de las reseñas que se hacen de él lo acreditan como un alquimista y médico suizo de posiciones inmovilistas en el misticismo y la astrología, conviene señalar que fue una de las figuras más interesantes de la medicina por haber sido capaz de romper con el sometimiento absoluto existente por aquel entonces a las enseñanzas de Galeno de Pérgamo (siglo II) e Ibn Sina, también conocido como Avicena (siglo XI).

En efecto, los escritos de anatomía de Galeno se habían convertido en el pilar de los estudios universitarios de los médicos medievales, de manera similar a como en los textos de Aristóteles se fundamentaba el conocimiento entonces imperante en Física y otras disciplinas del mundo natural. Pero muchas de sus ideas eran incorrectas: Galeno nunca diseccionó un cuerpo humano debido a los tabúes sobre esta práctica en la sociedad grecorromana. Otro tanto puede afirmarse del Canon de la medicina, inmensa obra de Avicena que mantuvo su influencia en la práctica y la enseñanza de la medicina occidental hasta bien entrado el siglo XVII.

El 24 de junio de 1527, rodeado de una tan congregada como asombrada muchedumbre, Paracelso quemó los libros de ambos autores delante del edifico de la universidad donde impartía clases. En realidad, al regresar a los fundamentos de la observación hipocrática, Paracelso se pasó la mayor parte de su vida disputando de una manera intensa, cuando no violenta, con los médicos de su época. en este proceso concibió una nueva ciencia, la iatroquímica o uso de las medicinas químicas, precursora de la farmacología. Fue el primero en utilizar el mercurio para tratar la sífilis, prefigurando el tratamiento con Salvarsan de 1909.

Y también, como parte de su ingente esfuerzo por caracterizar diversas sustancias química, fue el primero en describir el zinc. Lo llamó zincum.

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Al continuar utilizando nuestro sitio web, usted acepta el uso de cookies. Más información

Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra POLÍTICA DE COOKIES, pinche el enlace para mayor información. Además puede consultar nuestro AVISO LEGAL y nuestra página de POLÍTICA DE PRIVACIDAD.

Cerrar