Ponga un consultor Lean Six Sigma en su vida (y páguele, claro)

Un consultor Lean Six Sigma es uno de esos profesionales capaces de darle un vuelco a su vida profesional. Otra cosa es que usted le deje, o lo quiera realmente, o le interese.

Lean Six Sigma no es una moda pasajera. Usted puede pensarlo, o incluso decirlo en voz alta a sus allegados y conocidos en cualquier conversación de cafetería o sobremesa, y si con ello se queda tan contento, mejor aún. Pero no por ello es verdad. Otra cosa es que usted no se tome la molestia de intentar entender lo que significa, que es lo habitual. Cosas de la tradición y el clasicismo, supongo.

Un consultor Lean Six Sigma ha de bregar, en primer lugar, con las visiones tradicionales de cómo se gestiona una empresa o una fábrica. Rara vez encontrará un interlocutor tan entusiasta como él mismo en favor de estas metodologías de mejora (y si se lo encuentra, experimentará un gozo extático que perdurará para siempre en la memoria).

Supongamos que el consultor Lean Six Sigma ha atravesado la primera barrera. La siguiente será luchar contra una gestión productiva que centra todo el interés no en el cliente, sino en el maravilloso producto o servicio que la empresa vende a sus clientes. ¿Manda el cliente? ¿Manda el accionnista? Una porra: en la inmensa mayoría de los casos, la dictadura la ejerce lo enamorado que se siente una empresa de aquello que produce. Compruébenlo, si no me creen. Pregunten cuáles son las actividades con valor añadido de entre todas las que realizan. Le responderán que todas aquellas en las que trabajan día sí y día también. Porque una cosa es prometer algo al cliente y otra cumplirlo.

La tercera barrera del consultor Lean no suele residir en explicar o implantar las herramientas Lean Manufacturing: al fin y al cabo, no dejan de ser cosa de sentido común y de búsqueda de la eficiencia por encima de otras cualidades, aunque todos se opongan a ello porque a nadie le gusta ver desaparecer su ancestral zona de confort. El tercer impedimento consiste realmente en hacer entender que los procesos de producción o servicio llevan implícito, por su propia naturaleza, algo denominado variación.  Una cultura de la calidad basada en promedios y en recuento de errores no es cultura ni tampoco es calidad: es una manera cómoda (y simplona) de medir un proceso. Calidad implica estrategia, estadística, factor humano, capacitación, trabajo en equipo. Calidad es mejorar y hacer rentable a una empresa. Por eso el consultor Lean Six Sigma se mostrará obstinado en que su empresa no solo entregue productos o servicios sin errores (o muy pocos errores, que eso es lo de «seis sigma»), sino en optimizarla a todos los niveles hasta que usted, dueño de la empresa, perciba que lo que tiene a partir del momento en que introdujo un consultor Lean Six Sigma en su vida, no es solo una empresa, sino una armonía productiva capaz de arrebatarle a usted el alma.

Si usted dirige la empresa, haga un esfuerzo pequeño en creer y liderar los cambios que el consultor Lean Six Sigma va a facilitarle. Y cree un buen equipo de trabajo a su alrededor. Y, por último, pague al consultor y tenga en cuenta el futuro que le deja por delante…

 

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